Decisiones

Aquel era un día hermoso, el cielo estaba completamente azul y en él las nubes jugaban formando caprichosas figuras que el fuerte viento las hacía correr muy rápido.

Yo estaba concentrado en mi trabajo editando imágenes para completar pedidos y así el fin de semana pudiera entregarlos.  A pesar de que trabajo en el cuarto de la azotea y que desde ahí   tengo una buena vista hacia la Sierra, tan metido estaba en mi trabajo que no se me había ocurrido voltear hacia ella.

Serían como las 14:00 hrs. cuando de pronto sonó el teléfono.

El mensaje fue impactante.

- ¡Rafa, hay incendio en la Sierra!

Desconcertado pregunté.

- ¿Dónde?

- ¡Por su colonia, ahí donde vive!

Sentí un escalofrió, como si alguien me echara un balde de agua fría.

Hasta entonces fue que levanté la vista de mi máquina y la dirigí hacia la Sierra.

En efecto, ahí estaba enfrente de mis ojos, la culebra de fuego iba subiendo por la ladera de la colonia.

¡Maldita sea! ¿Cómo no me di cuenta?

Me paré rápidamente y le grité a mi compañera.

¡Incendio, hay incendio, le prendieron en la orilla de la colonia!

Entonces comenzó esa carrera asfixiante, ese remolino que revuelve todo, donde la adrenalina te transforma. Momentos en los que, si no tienes ordenado tu equipo de trabajo, todo es una locura.

- ¡Agua, prepárame agua en una botella!

- ¡Liam, mi mochila pónmela a la mano!

Con trabajos me cambié los tenis poniéndome las botas mientras escuchaba el reclamo de Mary:

- Pero si ya sabes que debes traer tu equipo puesto, no sé por qué no prevés eso.

Descolgué mi camisola y bajé corriendo, 

Tome una bolsa aspersora, para colmo estaba vacía, la llene en la llave, tomé mis gafas, mi monja, mi casco, un abatefuego y salí corriendo.

Mientras Mary se comunicaba con todos los de la brigada dando aviso de lo que ocurría.

A paso veloz me dirigí a la orilla de la colonia, iba muy cargado tratando de caminar lo más rápido posible.

Cuando llegué a la calle que da a la Sierra, todo estaba lleno de humo, los vecinos con cubetas, vaciando el agua, trataban desesperadamente de apagar el fuego que amenazaba ya sus casas.

Fue entonces cuando me percaté que el fuego había iniciado afuera de alguna casa pegada a la Sierra. Trate de ver la situación general y así poder tomar una decisión lo más correcta posible sobre ¿dónde comenzaría a atacar?

Mi intención era subir hacia el tanque elevado    y jalar hacia la parcela 1 (zona de restauración que estamos trabajando durante ya varios  años), pues el fuego ya estaba por brincar la malla, sin embargo, vi que el vigilante del terreno de junto, un señor de edad avanzada, estaba afuera de su caseta de lámina envuelto en humo y desesperado trataba de alejarse, pero ya no podía, no dudé y rápidamente corrí a auxiliarlo, el humo nos asfixiaba, casi lo cargué en vilo y lo llevé a un lugar seguro junto a las casas cercanas.

Nuevamente regresé y vi cómo iba el incendio, muchos vecinos estaban en la parte de arriba, también distinguí camisolas amarillas de Conservación por lo que pensé que ahí había ya suficiente personal para controlarlo. Decidí seguir el fuego hacia el poniente donde no había nadie, donde sabia que había muchas ardillas  y madrigueras de zorros.  De nuestra brigada varios ya se estaban integrando a diversos frentes.

Avisé por radio mi posición, tomé mi bolsa aspersora, le dí el abatefuego a un vecino, fue cuando llegó un bombero que venía de su casa y entre los tres estuvimos combatiendo esta parte poniente en zona baja.

No sabía nada de lo que estaba pasando por la vereda del tanque.  Solo escuchaba que ya estaban brigadas de todos lados, el incendio estaba tomando proporciones muy grandes por el fuerte viento, mi inquietud era que no llegara a parte alta y brincara el circuito, donde tenemos la parcela 3 que está llena de encino nuevo y que se estaba desarrollando muy bien.

- Aquí V1 - hablaba por mi radio - ¿Cómo van arriba?

- Ya está por llegar a circuito.

Maldición ya se tragó la parcela 1

- Cuidemos que no brinque el circuito, que no lo haga porque entrará en la parcela 3 y nos dañara aún más todo.

- Enterado, aquí estamos.

 

Al escuchar que ya se estaba tragando la parcela 1 sentí una gran decepción.

¿Por qué tiene que pasar todo esto?

Te dolía.

Una vez más, ¡carajo! ¿Hasta cuándo terminará esto?

Todo nuestro trabajo una y otra vez muere.

¿Por qué no se pudo parar en la ladera después del alambrado?

Y es que en aquel entonces no teníamos ninguna brecha en esa zona, hacíamos poco trabajo preventivo, solo atacábamos incendios. Ilusos.

Nos faltaba una visión más completa del trabajo de conservación.

Mientras, en parte baja zona poniente seguíamos solo los tres, íbamos buscando bordear la cinta de fuego controlándolo. Por momentos se nos acababa el agua de las aspersoras pero rápidamente el compa las iba a llenar a las casas.

Así estuvimos hasta llegar al tubo del Cutzamala, donde está el antiguo camino a la quebradora, solo ahí le pudimos ir bordeando para que no se extendiera más pero hacia arriba por la ladera el fuego ya iba muy alto, estaba llegando a la cantera, sitio donde nos unimos con una brigada de Conservación.

El fuego seguía su ritmo implacable, ahora hacia el sur, seguía enloquecido, bajó en la cañada de la cantera y subió desbocado llegando a circuito, atacando la zona del otro lado de las palapas.

Siempre imponente seguía su carrera, nadie lo podía parar. 

En esta zona ya de plano se le hechó un contrafuego y sólo así se logró controlar antes de que entrara a lo más denso de la Sierra.

Pero el daño estaba ya hecho.

La tristeza llegaba a tu alma, el paisaje era negro. 

Tú sabías lo que todo esto significaba, y más cuando estos incendios eran constantes, sin dar tiempo a la recuperación de la naturaleza.

La movilización de recursos humanos fue muy grande, todas las brigadas de Conservación, la de probosque, bomberos de Tultitlán, de Coacalco, voluntarios, vecinos de Sta. María, de Calpulli, de la lechería y de muchos lados más.

Vinieron los momentos de saludos, caras conocidas de personas que siempre desearías ver en otro lado, menos aquí. 

La adrenalina bajó dejando paso a la cruda realidad.

Nuestra parcela 1, que tanto ha sufrido, nuevamente volvía a quedar carbonizada, los nopales hechos cenizas, los árboles que tanto cuidábamos  hoy quedaban muertos, los magueyes, biznagas, todo, todo se había acabado.

No podía asimilarlo, la rabia comenzó a presentarse, y es muy feo sentirla, no me agrada.  

Toda la zona de piedras donde estaba el zorro que platicaba conmigo estaba dañada, rogaba que hubiera tenido tiempo de escapar, las colonias de ardillas, el tronco donde siempre encontraba a mi amigo el milano ya no estaba, solo había cenizas.

Todo nuevamente había retrocedido en años.

En esa ocasión un grupo de apoyo nos llevó comida y algo de hidratación, entre ellas unas caguamas.  La comida supo muy sabrosa y recibí mi respectiva cerveza, que no duró mucho por la deshidratación que tenía.

Al final nos despedimos todos, la brigada del Colectivo me quería echar un aventón, pero solo di las gracias, prefería caminar solo de regreso a la colonia.

La cerveza me hizo sentir un poco mareado, y con ese sentimiento de decepción me puse muy triste.

Caminé a lo alto del mirador, fue entonces cuando contemplé la dimensión de todo lo dañado.

¡Que desastre!

Me sentí muy triste, demasiado.  Hasta que al final me llegó el rencor. Apuré el paso y me dirigí a la colonia, el fuego había comenzado en una de las casas que estaba en la orilla donde días antes habíamos ido a rescatar una víbora de cascabel que estaba en la calle.  Todo hacía suponer que los de esa casa, al vivir pegados a la sierra y tener mucha hierba, le habían quemado sin pensar lo que iban a ocasionar.

Llegué a la calle y comencé a regañar a los vecinos, estaba muy enojado, dije que se iba a abrir una investigación para encontrar los culpables que más valía dijeran quién lo había hecho.

Me tranquilizaron, pidiéndome calma.

Al final me retiré para llegar a mi casa, cansado, desilusionado.

Abrí la puerta, entré. Sin embargo, la recepción que encontré no fue muy cariñosa.

- ¿Dónde estabas?

A bocajarro recibí el reclamo.

- ¿Por qué no defendiste nuestros árboles?

Mi compañera estaba sumamente molesta, sus ojos todavía estaban vidriosos por el llanto.

- ¿Por qué no combatiste en nuestra zona de trabajo? ¿Por qué te fuiste hacia el tubo, si de ese lado van a construir y allá no tenemos nada? Acá es donde deberías haber combatido al fuego.

Yo permanecía callado. 

Y es que ella desde la azotea de la casa estuvo viendo todo y la desesperación le ganaba por no poder hacer nada, pues su condición se lo impide, lloraba de coraje viendo como el fuego devoraba la parcela 1 destruyendo todo nuestro trabajo de años.

Le traté de explicar las razones que me obligaron a tomar esa decisión.  Pero no la convencía.

Que tuve que rescatar al señor que se estaba asfixiando, que vi mucha gente por el tanque y a personal de las brigadas y pensé que entre todos lo iban a controlar.

Pero ella no entendía mis razones.

Me reclamaba con los ojos llenos de lágrimas.

Esta situación duró como una semana y a la fecha todavía de vez en cuando surge ese reproche.

Al otro día acudí inmediatamente a la escuela primaria que está en la colonia.

Platique con la directora todo lo que había pasado y le pedí diera la oportunidad de dar nuevamente platica a los niños por lo que había acontecido. Y es que periódicamente durante años hemos hecho este ejercicio de concientización.

El día llegó y todos los chiquitines atentos me escucharon, fue el momento en que leí un relato nuevo que había escrito.

Los días pasaron, toda el área cambió, mi sentimiento al subir era de miedo al ver formas fantasmales de los nopales quemados, los palos dulces, magueyes, todo.

Desde aquel incendio ya nunca he vuelto a ver a mi amigo el milano que siempre me recibía saboreando un sabroso almuerzo en aquel tronco viejo que desapareció. Tampoco he visto  a la zorra que me había permitido retratarla y  que considero platicó conmigo. Los nopales que planté con mi nieto, los magueyes en jornadas con vecinos. Nada, ya no había nada.

Por todo esto, estos días me angustia que aún no terminemos algunas brechas.

No quiero ser "héroe" para llenarme de fotos combatiendo incendios, no me quedaré sólo a esperar cuando llegue el fuego, no busco adrenalina. Yo no tengo tiempo para tirar muchos años de trabajo en ciclos destructivos y que estos se repitan una y otra vez.

Sé que el verdadero reto está en la prevención, el objetivo es claro, LOGRAR QUE NO HAYA INCENDIOS y por esa tarea no descansaré. 

No niego que es importante combatir y entre más rápido sea, mejor.  Pero cuando un incendio ya tomó vuelo, el daño será por muchos años y ya nada será igual. Yo no tengo tiempo para esperar.

Grupo Veredeando Sierra de Guadalupe ha venido desarrollando desde su inicio hace 10 años, la actividad de senderismo en la Sierra de Guadalupe, siendo una organización integrada por personas de la sociedad civil con diversas profesiones y sin afiliación a partido político alguno, interesadas en la naturaleza; por lo que el grupo ha sido capaz de implementar de manera responsable DINÁMICAS SUSTENTABLES clave para la conservación y potencialización de los recursos y espacios de la Sierra de Guadalupe junto con las/los actores, usuarios y propietarios de ella, quienes le otorgan pleno reconocimiento.


La diversidad en los conocimientos y prácticas ha orientado las acciones del grupo más allá de caminatas y campamentos, trabajando en tres ejes principales:

1.       Conservación y visión de acceso sustentable a sus recursos.
2.        Prevención y combate de incendios.
3.       Educación, investigación y desarrollo.

Además, recientemente anexa dinámicas para la seguridad de quienes la disfrutan y manejan sus recursos.
Todo esto hace de Veredeando Sierra de Guadalupe un grupo a la vanguardia en lo que se refiere a actos de la sociedad civil a favor de los espacios naturales, con visión interactiva y de forma organizada.